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La Terapia Familiar y su desempeño en la adicción a drogas y alcohol: Una revisión de literatura.
11:26 p.m.
La Terapia Familiar y su desempeño en la adicción a drogas y alcohol: Una revisión de literatura.
Por: Héctor R. Meléndez Cortes (Psic. Licenciado)
Introducción
El problema del abuso de sustancia y adicciones a drogas y alcohol es una problemática mundial. Según el informe mundial sobre las drogas 2012 de las Naciones Unidas (Oficina contra la Droga y el Delito), se calcula que unos 230 millones de personas, o el 5% de la población adulta del mundo, consumieron alguna droga ilícita por lo menos una vez en el 2010. Mediante el mismo informe, se destaca, que los consumidores problemáticos de drogas suman unos 27 millones o el 0.6% de la población adulta mundial. El Alcoholismo es una gran situación en estos tiempos. En el mundo 2,000 millones de personas consumen bebidas alcohólicas, 76 millones de ellos tienen consumo excesivo o dependencia al alcohol (Souza y Machorro, 2008). En Puerto rico, para el año 2005, según el portal de internet de ASSMCA, se atendieron a 4,309 individuos por abuso al alcohol. El mismo portal informa que para el 2005, se atendieron a 7,653 individuos por abuso de sustancia, esto bajo ASSMCA.
El uso de drogas y/o alcohol puede afectar muchas áreas, algunas de ellas son la familia, la comunidad y el área laboral. Algunos motivos por los cuales se ha intentado prevenir el uso de las bebidas alcohólicas en los lugares de trabajo se presentaran en las próximas líneas. Errikson, Olsson y Osberg en el 2004 describen los motivos que se han usado para prevenir el uso de las bebidas alcohólicas en los lugares de trabajo. Dichos autores comienzan diciendo que hay que tener en consideración si el empleado padece de alguna condición (en este caso alcoholismo), luego dicen que hay que tomar en cuenta las razones de seguridad en la empresa para la empresa y ellos mismos, tomar en cuenta la calidad del producto que se puede ver afectada y las razones humanitarias (en este caso las relaciones sociales ya que pueden verse afectada con sus compañeros de trabajo. El tratamiento temprano sobre ello puede minimizar que se corran los riesgos antes mencionados (Errikson, Olsson & Osberg, 2004).
Existe evidencia en base a que no todos los pacientes con problema de abuso de drogas y/o alcohol o los adictos a drogas y/o alcohol, no asisten todos a recibir el tratamiento de la misma manera. Mckay y Sturmhofel (2011) describe algunas de las razonas por la cual los pacientes antes mencionados no completan o no siguen el tratamiento. Los mismos autores mencionan que un alto grado de abandonos a los tratamientos se da en la fase inicial. En un estudio que revisaron solo el 50% de los outpatient completó el programa que tenia duración de 4 semanas. Muchos pacientes son ambivalentes a sus necesidades para el tratamiento y solo entran al mismo por alguna presión externa (familia, orden judicial o por mandato del empleo), dichos pacientes tienden abandonar el tratamiento y a no continuar con programas de cuidado mas tarde (Mckay, Sturmhofel, 2011).
Otra de las razones es debido a que algunos pacientes no se sienten cómodos con las opciones de tratamientos y con la modalidad que deben seguir. Ello en base a que no se sienten seguros con las bases religiosas de algunos programas, otros no les agrada la terapia de grupo porque no desean compartir sus experiencias con otros, lo mismo sucede con los programas de AA y/o NA. Por otro lado existen otros pacientes que no continúan con sus programas porque no pueden organizar sus horarios de trabajos o no tienen quien les cuide sus niños etc (Mckay, Sturmhofel, 2011).
Modalidades Clásicas de tratamiento psicológico para usuarios o adictos a drogas y alcohol.
Dentro de las modalidades clásicas para el tratamiento psicológico de las personas que abusan de drogas y/o alcohol o de los adictos a drogas y/o alcohol, se encuentra el Modelo de Minnesota. Este modelo envuelve una fase inicial de inpatient dentro de la institución, seguido de otra fase menos intensa de outpatient en facilidades diferentes (Mckay, Sturmhofel, 2011). Básicamente el Modelo de Minnesota funciona dentro de un programa residencial de 28 días, seguido por intervenciones menos intensas como se mencionó anteriormente, donde el objetivo es funcionar con el programa de 12 pasos de AA, pero con una visión holística que incluye (mente, cuerpo y espíritu). Después de completar el programa los pacientes son referidos a AA para que continúen con el cuidado, en adición el paciente deberá seguir en unas terapias de grupos(Mckay, Sturmhofel, 2011).
Otra de las modalidades más utilizadas para tratamiento, es el Programa de 12 Pasos. Esta modalidad se caracteriza por seguir unas sesiones de consejería donde se discuten los 12 pasos. Durante las sesiones los participantes reportan sus actuales estados en cuanto a su abuso y/o adicción y el progreso con los 12 pasos (Mckay, Sturmhofel, 2011). Otros componentes incluyen el darse apoyo de parte de otros miembros del grupo. El plan de duración generalmente dura de 3-6 meses, de algún modo los abandonos al programa son altos, siendo el 50% el que termina el programa (Mckay, Sturmhofel, 2011).
La terapia individual por su parte es una de las modalidades clásicas más utilizadas. La terapia individual se ofrece mayormente de forma privada y como una manera de continuar con el cuidado del paciente (Mckay, Sturmhofel, 2011). Uno de los modelos de terapia individual más utilizados para la población de abuso y/o adicción a drogas y/o alcohol, es el modelo Cognitivo Conductual (CBT) por sus siglas en ingles. Se ha estudiado que dicho modelo tiene gran efectividad para que ocurran menos recaídas y la abstinencia sea más duradera, ello utilizando el modelo con base computarizado para recibir la intervención (Mckay, Sturmhofel, 2011). Siguiendo la línea de la terapia individual, la Terapia Motivacional es utilizada para el tipo de población que se ha mencionado. Esta modalidad se basa en la premisa que la responsabilidad y la capacidad para que el paciente se dirija al cambio, está en la motivación iterna (Mckay, Sturmhofel, 2011). El terapista emplea habilidades motivacionales como los es el feedback en asociación el comportamiento actual, enfatizando la responsabilidad personal para el cambio y/o facilitando la propia eficacia del paciente, ello para incrementar el mejoramiento del paciente y cambiar su comportamiento (AOD) (Mckay, Sturmhofel, 2011).
Por su parte la Terapia Familiar y la Terapia Marital son modalidades utilizadas para tratamiento con pacientes con abuso y/o adicción a drogas y/o alcohol. Este tipo de terapia no solo envuelve el al paciente sino a su familia. Una modalidad es la terapia de parejas conductual, que está dirigida a que el paciente maneje los estresores reduciéndolos y se utiliza para que la pareja entre de algún modo como un apoyo al mismo, de dicha manera logrando una satisfacción para ambos(Mckay, Sturmhofel, 2011). Un ejemplo de ello puede ser incrementando el compartir actividades o lograr una comunicación constructiva (Mckay, Sturmhofel, 2011).
En este trabajo se hace una ponderación sobre como la Terapia Familiar funciona como base del tratamiento para la rehabilitación de usuarios de drogas y/o alcohol. Encontraremos una revisión de literatura actualizada donde nos informa el uso de la terapia familiar con dicha población.
Revisión de Literatura
Existe una variedad de artículos que están relacionados a la terapia familiar y su influencia en el desarrollo del tratamiento psicológico para pacientes que tienen abuso de sustancia y/o dependencia de ellas. En este trabajo solo se tocaran algunas de esas investigaciones. El investigador Miguel Alberto Ramírez Villaseñor (2001) señala que existe literatura que en base a que la familia juega un papel en el fenómeno de las adicciones. El mismo autor menciona que hay varias aseveraciones que se han difundido a través de los años sobre el rol de la familia en la adicción. Uno de esos roles es que la familia es quien provoca la adicción, otro es que los niveles socioeconómicos de las familias se relacionan con la adicción de algún individuo, pero Villaseñor (2001) dice, que se ha hablado muy poco sobre el papel que la familia juega en la persistencia del problema.
El consumo de sustancia inicia básicamente en la adolescencia, donde se ensayan nuevos comportamientos y nuevas fronteras a los mismos (Villaseñor, 2001). Se ha señalado que el síntoma parece servir para desviar la atención sobre otra situación familiar que parece afectar más a la familia en ese momento, por lo mismo, la familia mentirá por el adicto, lo ocultará, pagará por él y otras cosas como si quisiera evitar que el adicto sufra las consecuencias de sus actos (Villaseñor, 2001).
Ahora, Villaseñor (2001) trabajo en este artículo con un modelo estratégico estructural familiar en dos clínicas y encontró resultados similares entre ambas. En la primera clínica atendió a 39 pacientes y en la segunda clínica atendió a 82 pacientes. En las clínicas se realizo un seguimiento de casos vía teléfonos y el criterio de evaluación de la intervención familiar fue la recaída. Los resultados fueron de 78.12% en la primera clínica y 75.55% en la segunda clínica, para efectividad de terapia familiar con pacientes que permanecieron limpios. 21.87% y 24.44% para pacientes cuya terapia familiar ocurrió recaída. 28.57% y 45.94% para pacientes sin terapia familiar permanecieron limpios y 71.42% y 54.05% para pacientes que sin terapia familiar recayeron (Villaseñor, 2001).
El autor concluye, que es más probable que si la familia enfrenta el problema en forma conjunta, las recaídas son menores que el abstenerse del consumo de sustancia. Menciona que es importante que la familia reconozca que aunque el internado del paciente es por adicción, el hecho de que la misma en muchos casos pague por ello, no significa que no deban involucrarse en proceso terapéutico. Por otra parte, la posición familiar que los adictos tienen en la escala familiar, contradice a las creencias populares que lo ubican como persona rechazada y descuidada familiarmente (Villaseñor, 2001).
Gabriele Shaefer en el 2008, es una la autora que investiga parte de la situación del alcoholismo y su relación con la familia. Dicha autora nos dice que en su estudio el cual constaba de recoger las experiencias de unos clientes en un centro de tratamiento, que los clientes expresaron que la relación con sus familiares estaba seriamente dañada. La integración de la familia al proceso de rehabilitación, encontramos que Gabriele Schaefer estudio la integración de familiares al proceso de rehabilitación de individuos que son adictos a drogas y alcohol. La investigación se lleva a cabo en Nueva Zelanda y fue realizada en un programa residencial de 18 semanas. Los participantes de la investigación son 3 mujeres y nueve hombres, algunos residentes y otros ex residentes del programa. La investigación se llevo a cabo por medio de entrevistas semiestructuradas. Luego de realizar dicha entrevista la autora concluyen que si es positivo que integren a la familia al proceso de rehabilitación, debido a que de esa manera los miembros de la familia aprenden los unos de los otros y que eso es positivo. El resultado de la investigación dio a conocer que una vez que se había integrado la familia a la terapia sus relaciones con sus familiares había cambiando positivamente. Gabriel Schaefer concuerda con lo que había dicho Richard Velleman en el 2005, cuando presentó en su artículo titulado: “La importancia de los miembros de la familia en ayudar a que los bebedores sigan sus metas” que las personas que han establecido una relación positiva con los miembros de su familia o compañeros de apoyo son más estables y exitosos en controlar el problema a las bebidas alcohólicas. Además, diferentes modelos de terapia de pareja también han producido reducción en el uso de bebidas alcohólicas y drogas y han ayudado al mejoramiento de los matrimonios (Selina, Armstrong, Chaim, Kelly y Shenfeld, 2007).
Siguiendo la línea de los tratamientos efectivos hay que mencionar la investigación realizada por Adam B. Downs, Austin Houghtalling, Richard S. Wampler y Sterling Shumway (2009). La investigación realizada por dichos autores se titulaba: “Shifting Perspectives in Recovery: Feminist – Informed Relationship Groups for Male Addicts”. En dicha investigación los autores hicieron una revisión de informes y opiniones por medio de una entrevista en cuanto a un programa de residencia para adictos a drogas o alcohol llamado “28 days impatient Programs”, en el cual los individuos que acudieran tenían que enfrentar el concepto de mujer que tenían, entre ellos tratar a la mujer como una propiedad y como parte del programa también tenían que ver como este le ayudaba con sus relaciones y el concepto de familia. La población que acude a dicho programa son adictos a drogas o alcohol y tienen que quedarse por 28 días en una residencia adaptada para ellos fuera de la ciudad, los participantes eran varones y fluctuaban entre las edades de 18 a 50 años, el programa viene a raíz de AA y su programa de los 12 Pasos. Una vez establecidos los participantes el programa se dividía en dos secciones semanales, en las que cada sección tenia si motivo y no todas eran iguales.
Luego de haber pasado por el proceso de residencia durante 28 días los algunos participantes se expresaron en cuanto al programa. Algunos dijeron que se sintieron muy bien y dejaron saber que fue muy efectivo, inclusive hubo un participante que según informan Adam B. Downs et al. (2009), se tomo un tiempo después de la última sección para expresarle a los lideres por medio de una carta que en ningún de los tratamientos anteriores había sentido que fuera tan efectivo para él como el de los 28 días.
Henderson et al. (2009), llevan a cabo una investigación cuyo objetivo es ver si la terapia familiar multidimensional tenia efecto en reducir el consumo de sustancias en adolescentes. Las investigaciones recientes, consistentemente demuestran, que la familia es un predictor muy fuerte para el uso de sustancias y la delincuencia en adolescentes (Henderson et al., 2009). Los tratamientos dirigidos a la familia no solamente han mostrado efectividad en reducir los problemas clínicos de los adolescentes, sino que también se ha explorado como la intervención realiza cambios en la dinámica familiar para el mejoramiento del desarrollo del adolescente. El cambiar ciertos factores familiares y procesos de familia, incluyendo el monitoreo por parte de los padres y la comunicación padres y adolescentes, predice cambios en los adolescentes que hacen uso de sustancia y delincuencia (Henderson et al. 2009).
La terapia familiar Multidimensional ha demostrado eficacia en reducir el abuso de sustancia en adolescentes. Además, investigaciones han definido que dicha terapia sirve de instrumento para que el problema del consumo de sustancia evite continuar con el conflicto familiar y la negatividad (Henderson et al. 2009). Ahora en la investigación llevada a cabo por estos investigadores, se utilizó una muestra de adolescentes entre las edades de 11 a 15 annos de edad. Entre los criterios de inclusión se encontraba el que tuvieran problemas por el consumo de sustancias, que vivieran con sus padres o encargados que pudieran asistir al proceso de terapia y evaluación, que estuvieran desintoxicados de ser el caso y que no mostraran conducta suicida, psicótica o estuvieran diagnosticados con retardo mental.
El total de la muestra a estudiar fueron 61 varones y 22 féminas, ambos géneros viven en Miami FL. Como dato interesante para este trabajo, el porciento mayor fue en hispanos, con un 42% de la muestra. La terapia familiar Multidimensional fue el modelo a utilizarse y la misma se llevo a cabo en los hogares de los participantes. Las sesiones se llevaron a cabo de 12-16 semanas y tenían una duración de 90 minutos dos veces por semana.
Henderson et al. (2009) definieron la terapia familiar Multidimensional como integrativa, con base en la familia y como un tratamiento dirigido a un sistema de orientación para adolescentes que abusan de drogas y tienen problemas de comportamiento. Los mismos informan que dicha terapia puede ser conducida en los hogares, en oficinas, con outpatient, como tratamiento diario y en programas residenciales. La misma puede ser conducida varias veces a la semana por 3 a 6 meses dependiendo de lo establecido en el tratamiento y la severidad del problema del adolescente, el funcionamiento familiar, la justicia juvenil y otros factores (Henderson et al. 2009). Mediante el modelo terapéutico, ayuda al adolescente a que se comprometa en el tratamiento, a comunicarse con efectividad con los padres y otros adultos, a distanciarse del uso de drogas, al desarrollo de nuevas amistades y a desarrollar habilidades sociales como alternativa a evitar el uso de drogas. Para los padres el modelo se enfoca en disminuir el conflicto mediante la interacción, implementando las emociones y patrones de comunicación y desarrollando habilidades para resolver problemas mediante la multi participación en las sesiones terapéuticas. Además lo padres aprenden a comprometerse en la terapia, incrementando como se había mencionado, las emociones y comportamientos que envuelven al adolescente e incorporando monitoreo y limites en la familia (Henderson et al. 2009).
Como resultado, los investigadores encontraron que el modelo utilizado de terapia familiar ayuda a que los padres monitoreen más a sus hijos y por la misma razón el adolescente se abstenga del uso de drogas.
Feaster et al. (2010) examinan el efector de la terapia familiar ecológica estructural para paciente con VIH afro americanas y su relación a las recaídas por el uso de sustancias. La intervención familiar ha sido establecida como una forma de prevención y tratamiento para drogas y alcohol. La terapia ecológica estructural fue diseñada en esta investigación para mejorar el funcionamiento familiar y fortalecer a las mujeres y familiares, ello mediante la adaptación a psicosocial para VIH, reduciendo los estresores psicológicos. Esto por la razón de que los factores psicosociales tales como; problemas familiares, problemas en la relación romántica y otros estresores psicológicos, están relacionados al abuso de sustancia y dependencia de las mismas (Feaster et al. 2010). La terapia estructural ecológica tiene como meta el reducir los componentes del estrés y crear apoyo positivo de parte de la familia para dejar el uso de drogas, de esta manera indirectamente se reduce la consistencia a las recaídas (Feaster et al. 2010).
El estudio que realizaron los autores antes mencionados constó de un total de 143 mujeres. Dicha muestra debían tener un diagnostico de abuso de sustancia o dependencia de sustancia. El estudio era entre la terapia estructural ecológica y el modelo de centrado en el cliente. Como resultado, en el modelo de PCA se reportaron mayor número de recaídas que en las mujeres que fueron tratadas con SET.
En otro contexto Patt Denning (2010) trabajo un artículo que describe e ilustra los resultados de un tratamiento para trabajar con familiares y amigos de los usuarios de drogas utilizando la reducción de daños como principio. Este autor trabaja la terapia de reducción de daños con familiares y amigos de los usuarios de drogas. En dicha terapia, se trabaja con la familia en áreas grises, poco conocidas, dirigida a definir qué es lo mejor para hacer, los limites que deben existir y como hacer conciencia (Denning, 2010). Una intervención con dicho modelo, alude al proceso de trabajar con los comportamientos problemáticos y las estrategias copiadas que son ineficientes para enfrentar a la persona que abusa de alcohol u otras drogas. Dicha intervención puede colaborar en realizar el mismo proceso que se lleva a cabo con el usuario, ello es: analizando el conflicto, respetando la ambivalencia y buscando soluciones realistas, con compasión y paciencia en los procesos (Denning, 2010). La reducción de daños en la familia se hace a través de los límites. En fin este modelo trabajado de una manera familiar ayuda a que fluya la comunicación, la familia entienda a la persona con el problema y formen parte del apoyo, acompañando al individuo en sus pasos. .
Ahora no se podría dar un mejor paso a como elegir qué modelo de terapia son eficientes para la población de abuso y/o dependencia de drogas y alcohol, que conociendo la reglas basadas en evidencia para la terapia familiar. Sexto et al. (2010) se dieron a la tarea de realizar un estudio donde resume las reglas de basado en evidencia de la terapia familiar. Identificar la efectividad clínica de la terapia de parejas y de familia es complejo. De hecho, los investigadores informan que es muy difícil debido a las ambigüedades que dificultan la evaluación de las mismas. Ellos mencionan 3 niveles de guías para determinar cuál es un modelo de tratamiento efectivo, el nivel 1 es el de 9evidencia informada). Este nivel goza de estudios que apoyan que es efectivo pero requiere de más evidencia empírica. El nivel 2 es (promising), en comparación con el nivel 1, este nivel es mejor pero para casos con mas rigurosidad necesita más revisión. El nivel 3 (Basado en evidencia), es el nivel que consta con evidencia substancial de que el modelo funciona para buenos resultados para los clientes que ha sido diseñado.
Para el 2010, Martin, Lewia, Josiah y Sinnott, estudiaron como la integración de los miembros de la familia al programa de rehabilitación de un usuario o adicto a drogas y/o alcohol, colabora en que el mismo cumpla con el programa y su tratamiento completo. La investigación se llevo a cabo en el Crossroads Centre Antigua, el cual es un centro internacional para adictos en tratamiento de drogas y alcohol en Antigua y Barbuda en el noreste del Caribe ( Martin, Lewia, Josiah y Sinnott, 2010). El mismo está compuesto de un programa residencial de 29 dias, donde existen 32 camas en sus facilidades, el tratamiento está enfocado en el programa de 12 pasos, con base en la abstinencia y en una modificación del modelo de Minnesota ( Martin, Lewia, Josiah y Sinnott, 2010). Los clientes en su mayoría son de Estados Unidos (75%), de regiones del Caribe (15%) y del Reino Unido y Canadá y otras áreas en un (10%) ( Martin, Lewia, Josiah y Sinnott, 2010). Se evaluaron los expedientes o registro de clientes desde enero del 2004 a junio del 2007, la información tomada en cuenta para la investigación, fue la de los clientes que sus miembros de familia se habían involucrado en el modelo de tratamiento, en comparación con los clientes en donde sus familiares no habían participado del tratamiento utilizando un chi cuadrado y dos muestras para prueba T como método estadístico ( Martin, Lewia, Josiah y Sinnott, 2010).
Se investigaron un total de 1,014 casos, donde 187 eran usuarios de opiodes, 330 eran usuarios de cocaína y 487 eran usuarios de alcohol, un total de 902 clientes completaron el programa residencial de 29 días en el Crossroads Centre ( Martin, Lewia, Josiah y Sinnott, 2010). De esos clientes antes mencionados, 270 tuvieron miembros de su familia que formaron parte del tratamiento ( Martin, Lewia, Josiah y Sinnott, 2010). Los clientes quienes tuvieron uno a mas miembros de su familia participando del programa, tuvieron una probabilidad más significativa para completar el tratamiento en el programa, 266 de 270 para un (98.5 %), versus 636 de 755 para un (85.5%), un chi cuadrado de p menor de .0005 ( Martin, Lewia, Josiah y Sinnott, 2010).
Los autores concluyen que la familia se envuelve de diferentes formas en el tratamiento, de primera los miembros de la familia se envuelven en el programa de 12 pasos, donde se está dirigido al cambio de actitudes y comportamientos de los miembros de la familia, en segundo nivel de la interacción familiar, ocurre una intervención o confrontación familiar sobre la adicción a las drogas o alcohol y un tercer nivel en el tratamiento, se desarrolla una terapia especifica, dirigida a ayudar a la familia a que logre habilidades copiadas y cambios en los comportamientos que impactan el uso de drogas y alcohol ( Martin, Lewia, Josiah y Sinnott, 2010).
En base a la evidencia obtenida en esta revisión de literatura, se desprende que la terapia familiar puede ser un vehículo en marcha para la población usuaria a drogas y alcohol. La revisión fue llevada a cabo con el fin de despertar un interés en utilizar diferentes modelos terapéuticos para la rehabilitación de usuarios a drogas y alcohol. Seguiremos revisando literatura para futuras intervenciones.
Por: Héctor R. Meléndez Cortes (Psic. Licenciado)
Introducción
El problema del abuso de sustancia y adicciones a drogas y alcohol es una problemática mundial. Según el informe mundial sobre las drogas 2012 de las Naciones Unidas (Oficina contra la Droga y el Delito), se calcula que unos 230 millones de personas, o el 5% de la población adulta del mundo, consumieron alguna droga ilícita por lo menos una vez en el 2010. Mediante el mismo informe, se destaca, que los consumidores problemáticos de drogas suman unos 27 millones o el 0.6% de la población adulta mundial. El Alcoholismo es una gran situación en estos tiempos. En el mundo 2,000 millones de personas consumen bebidas alcohólicas, 76 millones de ellos tienen consumo excesivo o dependencia al alcohol (Souza y Machorro, 2008). En Puerto rico, para el año 2005, según el portal de internet de ASSMCA, se atendieron a 4,309 individuos por abuso al alcohol. El mismo portal informa que para el 2005, se atendieron a 7,653 individuos por abuso de sustancia, esto bajo ASSMCA.
El uso de drogas y/o alcohol puede afectar muchas áreas, algunas de ellas son la familia, la comunidad y el área laboral. Algunos motivos por los cuales se ha intentado prevenir el uso de las bebidas alcohólicas en los lugares de trabajo se presentaran en las próximas líneas. Errikson, Olsson y Osberg en el 2004 describen los motivos que se han usado para prevenir el uso de las bebidas alcohólicas en los lugares de trabajo. Dichos autores comienzan diciendo que hay que tener en consideración si el empleado padece de alguna condición (en este caso alcoholismo), luego dicen que hay que tomar en cuenta las razones de seguridad en la empresa para la empresa y ellos mismos, tomar en cuenta la calidad del producto que se puede ver afectada y las razones humanitarias (en este caso las relaciones sociales ya que pueden verse afectada con sus compañeros de trabajo. El tratamiento temprano sobre ello puede minimizar que se corran los riesgos antes mencionados (Errikson, Olsson & Osberg, 2004).
Existe evidencia en base a que no todos los pacientes con problema de abuso de drogas y/o alcohol o los adictos a drogas y/o alcohol, no asisten todos a recibir el tratamiento de la misma manera. Mckay y Sturmhofel (2011) describe algunas de las razonas por la cual los pacientes antes mencionados no completan o no siguen el tratamiento. Los mismos autores mencionan que un alto grado de abandonos a los tratamientos se da en la fase inicial. En un estudio que revisaron solo el 50% de los outpatient completó el programa que tenia duración de 4 semanas. Muchos pacientes son ambivalentes a sus necesidades para el tratamiento y solo entran al mismo por alguna presión externa (familia, orden judicial o por mandato del empleo), dichos pacientes tienden abandonar el tratamiento y a no continuar con programas de cuidado mas tarde (Mckay, Sturmhofel, 2011).
Otra de las razones es debido a que algunos pacientes no se sienten cómodos con las opciones de tratamientos y con la modalidad que deben seguir. Ello en base a que no se sienten seguros con las bases religiosas de algunos programas, otros no les agrada la terapia de grupo porque no desean compartir sus experiencias con otros, lo mismo sucede con los programas de AA y/o NA. Por otro lado existen otros pacientes que no continúan con sus programas porque no pueden organizar sus horarios de trabajos o no tienen quien les cuide sus niños etc (Mckay, Sturmhofel, 2011).
Modalidades Clásicas de tratamiento psicológico para usuarios o adictos a drogas y alcohol.
Dentro de las modalidades clásicas para el tratamiento psicológico de las personas que abusan de drogas y/o alcohol o de los adictos a drogas y/o alcohol, se encuentra el Modelo de Minnesota. Este modelo envuelve una fase inicial de inpatient dentro de la institución, seguido de otra fase menos intensa de outpatient en facilidades diferentes (Mckay, Sturmhofel, 2011). Básicamente el Modelo de Minnesota funciona dentro de un programa residencial de 28 días, seguido por intervenciones menos intensas como se mencionó anteriormente, donde el objetivo es funcionar con el programa de 12 pasos de AA, pero con una visión holística que incluye (mente, cuerpo y espíritu). Después de completar el programa los pacientes son referidos a AA para que continúen con el cuidado, en adición el paciente deberá seguir en unas terapias de grupos(Mckay, Sturmhofel, 2011).
Otra de las modalidades más utilizadas para tratamiento, es el Programa de 12 Pasos. Esta modalidad se caracteriza por seguir unas sesiones de consejería donde se discuten los 12 pasos. Durante las sesiones los participantes reportan sus actuales estados en cuanto a su abuso y/o adicción y el progreso con los 12 pasos (Mckay, Sturmhofel, 2011). Otros componentes incluyen el darse apoyo de parte de otros miembros del grupo. El plan de duración generalmente dura de 3-6 meses, de algún modo los abandonos al programa son altos, siendo el 50% el que termina el programa (Mckay, Sturmhofel, 2011).
La terapia individual por su parte es una de las modalidades clásicas más utilizadas. La terapia individual se ofrece mayormente de forma privada y como una manera de continuar con el cuidado del paciente (Mckay, Sturmhofel, 2011). Uno de los modelos de terapia individual más utilizados para la población de abuso y/o adicción a drogas y/o alcohol, es el modelo Cognitivo Conductual (CBT) por sus siglas en ingles. Se ha estudiado que dicho modelo tiene gran efectividad para que ocurran menos recaídas y la abstinencia sea más duradera, ello utilizando el modelo con base computarizado para recibir la intervención (Mckay, Sturmhofel, 2011). Siguiendo la línea de la terapia individual, la Terapia Motivacional es utilizada para el tipo de población que se ha mencionado. Esta modalidad se basa en la premisa que la responsabilidad y la capacidad para que el paciente se dirija al cambio, está en la motivación iterna (Mckay, Sturmhofel, 2011). El terapista emplea habilidades motivacionales como los es el feedback en asociación el comportamiento actual, enfatizando la responsabilidad personal para el cambio y/o facilitando la propia eficacia del paciente, ello para incrementar el mejoramiento del paciente y cambiar su comportamiento (AOD) (Mckay, Sturmhofel, 2011).
Por su parte la Terapia Familiar y la Terapia Marital son modalidades utilizadas para tratamiento con pacientes con abuso y/o adicción a drogas y/o alcohol. Este tipo de terapia no solo envuelve el al paciente sino a su familia. Una modalidad es la terapia de parejas conductual, que está dirigida a que el paciente maneje los estresores reduciéndolos y se utiliza para que la pareja entre de algún modo como un apoyo al mismo, de dicha manera logrando una satisfacción para ambos(Mckay, Sturmhofel, 2011). Un ejemplo de ello puede ser incrementando el compartir actividades o lograr una comunicación constructiva (Mckay, Sturmhofel, 2011).
En este trabajo se hace una ponderación sobre como la Terapia Familiar funciona como base del tratamiento para la rehabilitación de usuarios de drogas y/o alcohol. Encontraremos una revisión de literatura actualizada donde nos informa el uso de la terapia familiar con dicha población.
Revisión de Literatura
Existe una variedad de artículos que están relacionados a la terapia familiar y su influencia en el desarrollo del tratamiento psicológico para pacientes que tienen abuso de sustancia y/o dependencia de ellas. En este trabajo solo se tocaran algunas de esas investigaciones. El investigador Miguel Alberto Ramírez Villaseñor (2001) señala que existe literatura que en base a que la familia juega un papel en el fenómeno de las adicciones. El mismo autor menciona que hay varias aseveraciones que se han difundido a través de los años sobre el rol de la familia en la adicción. Uno de esos roles es que la familia es quien provoca la adicción, otro es que los niveles socioeconómicos de las familias se relacionan con la adicción de algún individuo, pero Villaseñor (2001) dice, que se ha hablado muy poco sobre el papel que la familia juega en la persistencia del problema.
El consumo de sustancia inicia básicamente en la adolescencia, donde se ensayan nuevos comportamientos y nuevas fronteras a los mismos (Villaseñor, 2001). Se ha señalado que el síntoma parece servir para desviar la atención sobre otra situación familiar que parece afectar más a la familia en ese momento, por lo mismo, la familia mentirá por el adicto, lo ocultará, pagará por él y otras cosas como si quisiera evitar que el adicto sufra las consecuencias de sus actos (Villaseñor, 2001).
Ahora, Villaseñor (2001) trabajo en este artículo con un modelo estratégico estructural familiar en dos clínicas y encontró resultados similares entre ambas. En la primera clínica atendió a 39 pacientes y en la segunda clínica atendió a 82 pacientes. En las clínicas se realizo un seguimiento de casos vía teléfonos y el criterio de evaluación de la intervención familiar fue la recaída. Los resultados fueron de 78.12% en la primera clínica y 75.55% en la segunda clínica, para efectividad de terapia familiar con pacientes que permanecieron limpios. 21.87% y 24.44% para pacientes cuya terapia familiar ocurrió recaída. 28.57% y 45.94% para pacientes sin terapia familiar permanecieron limpios y 71.42% y 54.05% para pacientes que sin terapia familiar recayeron (Villaseñor, 2001).
El autor concluye, que es más probable que si la familia enfrenta el problema en forma conjunta, las recaídas son menores que el abstenerse del consumo de sustancia. Menciona que es importante que la familia reconozca que aunque el internado del paciente es por adicción, el hecho de que la misma en muchos casos pague por ello, no significa que no deban involucrarse en proceso terapéutico. Por otra parte, la posición familiar que los adictos tienen en la escala familiar, contradice a las creencias populares que lo ubican como persona rechazada y descuidada familiarmente (Villaseñor, 2001).
Gabriele Shaefer en el 2008, es una la autora que investiga parte de la situación del alcoholismo y su relación con la familia. Dicha autora nos dice que en su estudio el cual constaba de recoger las experiencias de unos clientes en un centro de tratamiento, que los clientes expresaron que la relación con sus familiares estaba seriamente dañada. La integración de la familia al proceso de rehabilitación, encontramos que Gabriele Schaefer estudio la integración de familiares al proceso de rehabilitación de individuos que son adictos a drogas y alcohol. La investigación se lleva a cabo en Nueva Zelanda y fue realizada en un programa residencial de 18 semanas. Los participantes de la investigación son 3 mujeres y nueve hombres, algunos residentes y otros ex residentes del programa. La investigación se llevo a cabo por medio de entrevistas semiestructuradas. Luego de realizar dicha entrevista la autora concluyen que si es positivo que integren a la familia al proceso de rehabilitación, debido a que de esa manera los miembros de la familia aprenden los unos de los otros y que eso es positivo. El resultado de la investigación dio a conocer que una vez que se había integrado la familia a la terapia sus relaciones con sus familiares había cambiando positivamente. Gabriel Schaefer concuerda con lo que había dicho Richard Velleman en el 2005, cuando presentó en su artículo titulado: “La importancia de los miembros de la familia en ayudar a que los bebedores sigan sus metas” que las personas que han establecido una relación positiva con los miembros de su familia o compañeros de apoyo son más estables y exitosos en controlar el problema a las bebidas alcohólicas. Además, diferentes modelos de terapia de pareja también han producido reducción en el uso de bebidas alcohólicas y drogas y han ayudado al mejoramiento de los matrimonios (Selina, Armstrong, Chaim, Kelly y Shenfeld, 2007).
Siguiendo la línea de los tratamientos efectivos hay que mencionar la investigación realizada por Adam B. Downs, Austin Houghtalling, Richard S. Wampler y Sterling Shumway (2009). La investigación realizada por dichos autores se titulaba: “Shifting Perspectives in Recovery: Feminist – Informed Relationship Groups for Male Addicts”. En dicha investigación los autores hicieron una revisión de informes y opiniones por medio de una entrevista en cuanto a un programa de residencia para adictos a drogas o alcohol llamado “28 days impatient Programs”, en el cual los individuos que acudieran tenían que enfrentar el concepto de mujer que tenían, entre ellos tratar a la mujer como una propiedad y como parte del programa también tenían que ver como este le ayudaba con sus relaciones y el concepto de familia. La población que acude a dicho programa son adictos a drogas o alcohol y tienen que quedarse por 28 días en una residencia adaptada para ellos fuera de la ciudad, los participantes eran varones y fluctuaban entre las edades de 18 a 50 años, el programa viene a raíz de AA y su programa de los 12 Pasos. Una vez establecidos los participantes el programa se dividía en dos secciones semanales, en las que cada sección tenia si motivo y no todas eran iguales.
Luego de haber pasado por el proceso de residencia durante 28 días los algunos participantes se expresaron en cuanto al programa. Algunos dijeron que se sintieron muy bien y dejaron saber que fue muy efectivo, inclusive hubo un participante que según informan Adam B. Downs et al. (2009), se tomo un tiempo después de la última sección para expresarle a los lideres por medio de una carta que en ningún de los tratamientos anteriores había sentido que fuera tan efectivo para él como el de los 28 días.
Henderson et al. (2009), llevan a cabo una investigación cuyo objetivo es ver si la terapia familiar multidimensional tenia efecto en reducir el consumo de sustancias en adolescentes. Las investigaciones recientes, consistentemente demuestran, que la familia es un predictor muy fuerte para el uso de sustancias y la delincuencia en adolescentes (Henderson et al., 2009). Los tratamientos dirigidos a la familia no solamente han mostrado efectividad en reducir los problemas clínicos de los adolescentes, sino que también se ha explorado como la intervención realiza cambios en la dinámica familiar para el mejoramiento del desarrollo del adolescente. El cambiar ciertos factores familiares y procesos de familia, incluyendo el monitoreo por parte de los padres y la comunicación padres y adolescentes, predice cambios en los adolescentes que hacen uso de sustancia y delincuencia (Henderson et al. 2009).
La terapia familiar Multidimensional ha demostrado eficacia en reducir el abuso de sustancia en adolescentes. Además, investigaciones han definido que dicha terapia sirve de instrumento para que el problema del consumo de sustancia evite continuar con el conflicto familiar y la negatividad (Henderson et al. 2009). Ahora en la investigación llevada a cabo por estos investigadores, se utilizó una muestra de adolescentes entre las edades de 11 a 15 annos de edad. Entre los criterios de inclusión se encontraba el que tuvieran problemas por el consumo de sustancias, que vivieran con sus padres o encargados que pudieran asistir al proceso de terapia y evaluación, que estuvieran desintoxicados de ser el caso y que no mostraran conducta suicida, psicótica o estuvieran diagnosticados con retardo mental.
El total de la muestra a estudiar fueron 61 varones y 22 féminas, ambos géneros viven en Miami FL. Como dato interesante para este trabajo, el porciento mayor fue en hispanos, con un 42% de la muestra. La terapia familiar Multidimensional fue el modelo a utilizarse y la misma se llevo a cabo en los hogares de los participantes. Las sesiones se llevaron a cabo de 12-16 semanas y tenían una duración de 90 minutos dos veces por semana.
Henderson et al. (2009) definieron la terapia familiar Multidimensional como integrativa, con base en la familia y como un tratamiento dirigido a un sistema de orientación para adolescentes que abusan de drogas y tienen problemas de comportamiento. Los mismos informan que dicha terapia puede ser conducida en los hogares, en oficinas, con outpatient, como tratamiento diario y en programas residenciales. La misma puede ser conducida varias veces a la semana por 3 a 6 meses dependiendo de lo establecido en el tratamiento y la severidad del problema del adolescente, el funcionamiento familiar, la justicia juvenil y otros factores (Henderson et al. 2009). Mediante el modelo terapéutico, ayuda al adolescente a que se comprometa en el tratamiento, a comunicarse con efectividad con los padres y otros adultos, a distanciarse del uso de drogas, al desarrollo de nuevas amistades y a desarrollar habilidades sociales como alternativa a evitar el uso de drogas. Para los padres el modelo se enfoca en disminuir el conflicto mediante la interacción, implementando las emociones y patrones de comunicación y desarrollando habilidades para resolver problemas mediante la multi participación en las sesiones terapéuticas. Además lo padres aprenden a comprometerse en la terapia, incrementando como se había mencionado, las emociones y comportamientos que envuelven al adolescente e incorporando monitoreo y limites en la familia (Henderson et al. 2009).
Como resultado, los investigadores encontraron que el modelo utilizado de terapia familiar ayuda a que los padres monitoreen más a sus hijos y por la misma razón el adolescente se abstenga del uso de drogas.
Feaster et al. (2010) examinan el efector de la terapia familiar ecológica estructural para paciente con VIH afro americanas y su relación a las recaídas por el uso de sustancias. La intervención familiar ha sido establecida como una forma de prevención y tratamiento para drogas y alcohol. La terapia ecológica estructural fue diseñada en esta investigación para mejorar el funcionamiento familiar y fortalecer a las mujeres y familiares, ello mediante la adaptación a psicosocial para VIH, reduciendo los estresores psicológicos. Esto por la razón de que los factores psicosociales tales como; problemas familiares, problemas en la relación romántica y otros estresores psicológicos, están relacionados al abuso de sustancia y dependencia de las mismas (Feaster et al. 2010). La terapia estructural ecológica tiene como meta el reducir los componentes del estrés y crear apoyo positivo de parte de la familia para dejar el uso de drogas, de esta manera indirectamente se reduce la consistencia a las recaídas (Feaster et al. 2010).
El estudio que realizaron los autores antes mencionados constó de un total de 143 mujeres. Dicha muestra debían tener un diagnostico de abuso de sustancia o dependencia de sustancia. El estudio era entre la terapia estructural ecológica y el modelo de centrado en el cliente. Como resultado, en el modelo de PCA se reportaron mayor número de recaídas que en las mujeres que fueron tratadas con SET.
En otro contexto Patt Denning (2010) trabajo un artículo que describe e ilustra los resultados de un tratamiento para trabajar con familiares y amigos de los usuarios de drogas utilizando la reducción de daños como principio. Este autor trabaja la terapia de reducción de daños con familiares y amigos de los usuarios de drogas. En dicha terapia, se trabaja con la familia en áreas grises, poco conocidas, dirigida a definir qué es lo mejor para hacer, los limites que deben existir y como hacer conciencia (Denning, 2010). Una intervención con dicho modelo, alude al proceso de trabajar con los comportamientos problemáticos y las estrategias copiadas que son ineficientes para enfrentar a la persona que abusa de alcohol u otras drogas. Dicha intervención puede colaborar en realizar el mismo proceso que se lleva a cabo con el usuario, ello es: analizando el conflicto, respetando la ambivalencia y buscando soluciones realistas, con compasión y paciencia en los procesos (Denning, 2010). La reducción de daños en la familia se hace a través de los límites. En fin este modelo trabajado de una manera familiar ayuda a que fluya la comunicación, la familia entienda a la persona con el problema y formen parte del apoyo, acompañando al individuo en sus pasos. .
Ahora no se podría dar un mejor paso a como elegir qué modelo de terapia son eficientes para la población de abuso y/o dependencia de drogas y alcohol, que conociendo la reglas basadas en evidencia para la terapia familiar. Sexto et al. (2010) se dieron a la tarea de realizar un estudio donde resume las reglas de basado en evidencia de la terapia familiar. Identificar la efectividad clínica de la terapia de parejas y de familia es complejo. De hecho, los investigadores informan que es muy difícil debido a las ambigüedades que dificultan la evaluación de las mismas. Ellos mencionan 3 niveles de guías para determinar cuál es un modelo de tratamiento efectivo, el nivel 1 es el de 9evidencia informada). Este nivel goza de estudios que apoyan que es efectivo pero requiere de más evidencia empírica. El nivel 2 es (promising), en comparación con el nivel 1, este nivel es mejor pero para casos con mas rigurosidad necesita más revisión. El nivel 3 (Basado en evidencia), es el nivel que consta con evidencia substancial de que el modelo funciona para buenos resultados para los clientes que ha sido diseñado.
Para el 2010, Martin, Lewia, Josiah y Sinnott, estudiaron como la integración de los miembros de la familia al programa de rehabilitación de un usuario o adicto a drogas y/o alcohol, colabora en que el mismo cumpla con el programa y su tratamiento completo. La investigación se llevo a cabo en el Crossroads Centre Antigua, el cual es un centro internacional para adictos en tratamiento de drogas y alcohol en Antigua y Barbuda en el noreste del Caribe ( Martin, Lewia, Josiah y Sinnott, 2010). El mismo está compuesto de un programa residencial de 29 dias, donde existen 32 camas en sus facilidades, el tratamiento está enfocado en el programa de 12 pasos, con base en la abstinencia y en una modificación del modelo de Minnesota ( Martin, Lewia, Josiah y Sinnott, 2010). Los clientes en su mayoría son de Estados Unidos (75%), de regiones del Caribe (15%) y del Reino Unido y Canadá y otras áreas en un (10%) ( Martin, Lewia, Josiah y Sinnott, 2010). Se evaluaron los expedientes o registro de clientes desde enero del 2004 a junio del 2007, la información tomada en cuenta para la investigación, fue la de los clientes que sus miembros de familia se habían involucrado en el modelo de tratamiento, en comparación con los clientes en donde sus familiares no habían participado del tratamiento utilizando un chi cuadrado y dos muestras para prueba T como método estadístico ( Martin, Lewia, Josiah y Sinnott, 2010).
Se investigaron un total de 1,014 casos, donde 187 eran usuarios de opiodes, 330 eran usuarios de cocaína y 487 eran usuarios de alcohol, un total de 902 clientes completaron el programa residencial de 29 días en el Crossroads Centre ( Martin, Lewia, Josiah y Sinnott, 2010). De esos clientes antes mencionados, 270 tuvieron miembros de su familia que formaron parte del tratamiento ( Martin, Lewia, Josiah y Sinnott, 2010). Los clientes quienes tuvieron uno a mas miembros de su familia participando del programa, tuvieron una probabilidad más significativa para completar el tratamiento en el programa, 266 de 270 para un (98.5 %), versus 636 de 755 para un (85.5%), un chi cuadrado de p menor de .0005 ( Martin, Lewia, Josiah y Sinnott, 2010).
Los autores concluyen que la familia se envuelve de diferentes formas en el tratamiento, de primera los miembros de la familia se envuelven en el programa de 12 pasos, donde se está dirigido al cambio de actitudes y comportamientos de los miembros de la familia, en segundo nivel de la interacción familiar, ocurre una intervención o confrontación familiar sobre la adicción a las drogas o alcohol y un tercer nivel en el tratamiento, se desarrolla una terapia especifica, dirigida a ayudar a la familia a que logre habilidades copiadas y cambios en los comportamientos que impactan el uso de drogas y alcohol ( Martin, Lewia, Josiah y Sinnott, 2010).
En base a la evidencia obtenida en esta revisión de literatura, se desprende que la terapia familiar puede ser un vehículo en marcha para la población usuaria a drogas y alcohol. La revisión fue llevada a cabo con el fin de despertar un interés en utilizar diferentes modelos terapéuticos para la rehabilitación de usuarios a drogas y alcohol. Seguiremos revisando literatura para futuras intervenciones.